Mi familia ha adoptado varios perros callejeros, entre ellos el Pinto. Quiero admitir que tengo una relación estrecha con ellos, llego del trabajo y juego con ellos pretendiendo que soy parte de la jauría. Hoy por la mañana descubrí que mi perro Pinto se pudo meter a la casa y orino mi mochila de ISME17, nuevamente. De todas las cosas que hay dentro de mi casa, Pinto parece tener una particular predilección por mi mochila. Esto me hizo pensar en varias cosas (por ejemplo, no dejar la puerta del patio entreabierta), incluyendo una serie de publicaciones que apuntan a una relación estrecha entre la microbiota de nosotros los seres humanos y la microbiota de nuestras mascotas.
Song et al. publicaron en el 2013 los resultados de una investigación acerca de este importante tema. Los autores recolectaron muestras de microbiota oral, fecal y de la piel de un total de 60 familias junto con la microbiota de sus perros. Entre otras cosas, los autores mostraron que los miembros de una misma familia compartían más microorganismos entre ellos comparados con personas de otras familias. De manera sorprendente, los autores también demostraron que la presencia de una mascota incrementaba la microbiota de la piel compartida entre los miembros de una misma familia, y que las personas con perros compartían más microbiota de la piel con la microbiota de la piel de sus perros, comparado con la microbiota de la piel de otras personas.
A pesar de que existen todavía muchas preguntas acerca del intercambio de microorganismos entre diferentes hospederos, este artículo sin duda demuestra que la microbiota en nuestras mascotas tiene un gran impacto sobre nuestra propia microbiota. Después de todo, la obsesión de Pinto en orinar mi mochila de ISME podría reflejar más que una mera predilección.
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